Diciembre es el duodécimo y último mes el año en el calendario gregoriano y tiene 31 días. Su nombre deriva de haber sido el décimo mes del calendario romano. Es conocido, principalmente, por ser en todo el mundo el mes de la Navidad.  Si hay una época especial durante el año esa es, sin duda, la Navidad. Todo invita a rememorar viejas tradiciones, ancladas muchas de ellas en nuestro pasado más mágico. Costumbres que repetimos cada año, pero cuyo origen o significado quizá desconozcamos. Veamos, pues algunas cosas curiosas:

Curiosidades de Diciembre, …

El Nacimiento. Tuvieron que pasar dos siglos desde la muerte de Jesús para que los cristianos se plantearan celebrar su nacimiento. La Navidad existe sólo desde el año 337, por disposición del emperador romano Constantino.

EL 25 de diciembre. En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno (Saturnalias) durante la semana del solsticio de invierno (la noche más corta del año) eran el principal acontecimiento social. Se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre y llegaban a su apogeo el 25, día en que se celebraba el nacimiento del dios Sol y la victoria de la luz sobre la noche más larga del año. Aunque Jesús nació realmente en abril, para hacer más fácil que los paganos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar su festividad, el papa Julio I pidió en el año 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha, lo que se decretó finalmente en el 354.

El Belén. La tradición de poner el Belén se remonta a la Navidad del año 1223, cuando San Francisco de Asís reunió a los vecinos de la villa italiana de Greccio para celebrar la misa de medianoche alrededor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús moldeado por él mismo. En el momento más solemne de la misa, aquella figura inmóvil adquirió vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el santo de Asís. Este milagro se propagó y la costumbre de los “nacimientos” se extendió por todo el mundo. En 1986, el papa Juan Pablo II proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

Los Reyes Magos. La existencia de tres Reyes Magos data del siglo VI d.C. Melchor, que representa a los europeos, ofreció al Niño Dios un presente de oro que atestigua su realeza. Gaspar, representante de los semitas de Asia, cuyo bien más preciado es el incienso, lo ofreció al Niño como símbolo de su divinidad. Y, por último, Baltasar, negro y con barba, se identifica con los hijos de Cam, los africanos, que entregan la mirra, en alusión a su futura pasión y resurrección. En la Catedral de Colonia se conservan en una urna dorada los supuestos restos de los Reyes Magos, traídos desde Oriente en la época de las Cruzadas.

Las Estrellas. Se han utilizado como guía desde el comienzo de los tiempos y quizá por eso aún hoy en día llevar una estrella es uno de los amuletos más potentes. Se dice que traen esperanza. En Navidad, su poder mágico se multiplica (entre otras cosas por las reminiscencias de la estrella de Belén) y la utilizamos como elemento decorativo para atraer la esperanza a nuestras vidas y potenciar la suerte y los deseos cumplidos, así como la claridad mental para resolver problemas.

El árbol. Los árboles eran adorados y venerados por todos los pueblos antiguos como representantes de los espíritus de la Naturaleza, y muchos festejos del año tenían al árbol como protagonista. Los celtas festejaban al roble, los vikingos al fresno y los romanos hacían protagonista de sus Saturnalias al pino. Para todos ellos el árbol era símbolo de la resurrección de los dioses y la vida eterna a través de la naturaleza que no muere. El árbol de Navidad es una herencia de ese árbol que fue cristianizado en la Germania a mediados del siglo VIII. Los árboles sagrados acabaron cediendo su función al abeto (árbol del nacimiento) cristianizado. Fueron los suecos, en el siglo XVII, los que exportaron esta tradición a tierras alemanas, y desde allí se popularizó entre austriacos, polacos, ingleses y franceses y, ya en el XIX, entre las clases más acaudaladas de Norteamérica o Rusia.

Decorar el árbol. Se cree que el árbol de Navidad decorado apareció a principios del siglo XVII, en 1605, en Alemania y esta costumbre se difundió rápidamente por todo el mundo, especialmente por los países nórdicos a partir de 1800. Llegó a Inglaterra en 1829 y una década después el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, ordenó adornar el castillo de Windsor con un árbol navideño. En Suecia, mantienen el árbol adornado y con sus luces hasta 20 días después de la Navidad. Los adornos: Hoy en día se acostumbra a poner una estrella en el extremo del pino, simbolizando la fe y la luz que buscamos, y una serie de adornos y figuras de lo más variado repartidos por las ramas. Todos ellos representan nuestras buenas acciones, sacrificios y deseos. En cada país o región se utilizan diferentes objetos, pero siempre tienen detrás un componente mágico o supersticioso. Las bolas: Los celtas decoraban su roble con piedras o con manzanas (símbolo de eterna juventud y vida), costumbre que ha derivado en nuestras famosas bolas de Navidad. Según la tradición, las bolas azules significan arrepentimiento, las plateadas agradecimiento, las doradas alabanza y las rojas, una petición o deseo.

Y por último, pero no por ello me nos importante:

Papá Noel, Santa Claus, San Nicolas, Kolya, Niklas, Pelze-Nichol, Semiklaus, Bonhomme Noel, Svaty Mikulas, Sinter Klaas, Sint Nicolaas, Father Christmas, Pére Noel… Bajo cualquiera de estos nombres se conoce al personaje que reparte regalos en Navidad y que tiene su origen en Nicolás de Bari, un misionero italiano en Asia que vivió entre los siglos III y IV. Personaje de una enorme bondad y protector sobre todo de los niños, fue obispo de Mira y proclamado santo -san Nicolás de Bari-. La imagen de un anciano gordinflón sonrojado es una invención estadounidense del siglo XX (en concreto de una campaña publicitaria de Coca-Cola, en 1930).

 

Diciembre y la donación de sangre, …

Tradicionalmente diciembre es un mes complejo en cuanto a la donación; se producen muchos festivos encadenados y, sin embargo, la demanda de sangre en nuestros centros hospitalarios no desciende. No podemos olvidar que, en Navidad, los enfermos tampoco tienen vacaciones. A esto hay que sumarle las variaciones que se han ido dando durante la pandemia Covid19, cosa ésta que también ha dificultado la donación.

No obstante, lo anterior, las cifras de diciembre han permitido mantener la demanda de forma adecuada y, en ningún momento, se ha visto mermado el suministro.

  • Hemos atendido un total de 324 colectas, de las cuales 240 lo han sido en nuestras unidades móviles y 84 en los puntos fijos de donación.
  • Estas 340 colectas han arrojado una donación efectiva de 8801 unidades de las que 563 personas lo hacían por `primera vez.
  • Estas cifras nos han permitido atender las necesidades hemoterápicas de más de 26000 pacientes en nuestros hospitales.

Por último, agradecer a todas las personas que, durante 2020, han depositado su confianza en nosotros y, por lo tanto, han hecho posible que la vida continúe. A todos ellos, en general, y las donantes de primera vez en particular. Muchas Gracias.

 

 

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