Hola, me llamo Amparo, tengo 47 años, y soy de Valencia. Tengo la inmensa suerte de tener dos hijos varones, una hija y una nieta maravillosa. Desde hace varios años desarrollo mi actividad profesional como trabajadora social.
¿Por qué me hice donante?. Empecé a donar sangre a raíz de una enfermedad (grave) en la familia; mi tía tenía cáncer. En su caso, gracias a las transfusiones, pudimos disfrutar de su compañía durante un año más. Durante todo ese tiempo le estuvieron transfundiendo sangre siempre procedente de personas generosas, solidarias y anónimas.
En ese momento, no me atreví a donar; con el trabajo, los niños, y ayudar a cuidar a mi tía, no encontraba el tiempo necesario para acudir a esa cita a la que sabía que, a la larga, no podía faltar.
Al poco de fallecer mi tía, un día, por casualidad, vi una unidad móvil a la puerta del ambulatorio de mi barrio y fue, entonces, cuando me atreví a entrar a informarme. Poco después me decidí a intentarlo; entonces, fui al Centro de Transfusión de la Comunidad Valenciana y pedí cita para hacer mi primera donación. Mi hijo mayor es donante de plasma y, muchas veces, nos acercamos juntos a donar. Es una satisfacción poderlo hacer y, además, acompañada de mi hijo todo un orgullo. Desde el primer momento mi experiencia ha sido fabulosa, tanto las enfermeras, médicos, la señora de limpieza y todo el personal que allí trabaja son fantásticos.
Siempre que puedo llevo algún acompañante para convencerlo a ser donante; pues “no es lo mismo decirlo y explicarlo, que verlo en directo, e inmediatamente, hacerlo”. Te sientes tan bien, tan útil”. Sé que gracias a las donación, se salvan muchas vidas y por eso, ánimo a todas las personas que lean este testimonio, a que acudan a donar.
Porque donar sangre, salva vidas. Sin duda.