El uso de la sangre con fines terapéuticos es una práctica cotidiana de la actividad hospitalaria, pero está estrictamente condicionada a la disponibilidad, siendo dramática en las situaciones en la cuales es cuestión de vida o muerte. Los beneficios que la sociedad obtiene de la utilización de sangre son incuestionables. Desafortunadamente, el aprovisionamiento de sangre sigue siendo un grave problema en muchos países. Los países que son autosuficientes en sangre para la comunidad recogen más del 90% de su suministro de sangre de una base estable de donantes voluntarios habituales y no remunerados.
El suministro de sangre segura y adecuada debe ser parte integral de la política e infraestructura de salud en cualquier país, mediante una organización eficaz y redes integradas de suministros de sangre, con un marco legislativo y ético coherentes con la calidad y la seguridad. La sangre debe ser un bien público y un recurso nacional.
El reto es obtener la conciencia necesaria para que las donaciones se conviertan en un hecho cotidiano en nuestra sociedad, que donar sangre sea un motivo de orgullo, con contribuyentes educados, conscientes, motivados y fidelizados. Se deben considerar formas creativas, porque no hay una sola fórmula efectiva, no hay dos comunidades iguales y la implementación de una política de servicio y atención a los donantes; además, contrarrestar los frenos subconscientes que pudieran existir que hacen que la donación sea una decisión intrínsecamente personal tras la ponderación de muchos factores, lo que en última instancia determina su comportamiento; y mejorar el relacionamiento, hacer parte de sus vidas, con un equipo técnico y profesionalizado que tenga capacidad para motivar, atraer y conservar los donantes, con mensajes claros y congruentes.
Por otro lado, los servicios de atención de donantes dentro de su cultura organizacional deben esmerarse en crea experiencias positivas, con un trato excelente, dignas de repetir, atendiendo sus peticiones, quejas, reclamos, sugerencias y mejorando día a día, para que la atención y el servicio sean memorables; atenderlos no como quisiéramos que nos atendieran, si no como quisiera que los atendieran a ellos y para ello se requiere conocerlos muy bien.
El papel exacto del altruismo en garantizar la suficiencia de la donación, al menos no parece suficiente. En general se requiere de una conducta prosocial; es decir, un comportamiento en el que las personas se comprometen voluntariamente con recompensas poco evidentes o inmediatas. La internalización de los valores personales es un determinante importante en la intención de donar, tener razones internas, como una obligación moral o sentimiento del deber es muy importante para el comportamiento futuro de los donantes y el desarrollo de un donante habitual. Pero ese nivel de motivación interna debe subir y una norma moral parece de vital importancia para el mantenimiento de la donación de sangre.
La actitud individual, la seguridad del proceso o de que este se puede hacer predicen de mejor manera la intención, que es el único predictor consistente de comportamiento. Reducir la ansiedad predonación, la probabilidad de reacciones adversas y un enfoque personalizado deben ser considerados para mantener una orientación positiva hacia la donación. Lo ideal es lograr que los donantes se perciban en sí mismos en el desempeño de una función particular dentro de la sociedad; que se vean a sí mismo como un donante de sangre y que ocupa esa posición en la estructura social y su comportamiento no está condicionado por las sentencias y sentimientos o la percepción de expectativas de los demás; o sea, una respuesta automática para validar su papel en la sociedad, resistiéndose a dejar su papel aun cuando pueda ser ventajoso para ellos.
En resumen, el mejor donante es un donante “seguro” que esta inherentemente motivado para continuar donando de manera repetida. Así, hay pocas posibilidades de lograr las metas deseadas si se ocupa de solo un aspecto del proceso decisorio y se ignoran la interacción del conocimiento, actitudes, motivación y comportamiento al abordar a las personas que podrían ser donantes. Se debe alentar la donación como un deber cívico y moral. El liderazgo técnico y la participación de la comunidad son vitales para el éxito de la organización de los servicios de sangre basados en criterios de solidaridad y altruismo y la respuesta con suficiencia al nivel de la exigencia
Nota: Armando Cortés Buelvas, Médico especialista en Patología Clínica, Marketing Estratégico y Gerencia en Salud. Profesor Titular de la Escuela de Medicina de la Universidad del Valle en Cali Colombia. Presidente de la Asociación Colombiana de Bancos de Sangre y Medicina Transfusional (ACOSBAMET), Ex presidente del Grupo Cooperativo Iberoamericano de Medicina Transfusional.