Si amamos la vida, somos capaces de compartir algo que poseemos en nuestro cuerpo y que sin ella no podríamos vivir. Sin ella no pueden vivir los demás. Ser donante de sangre, es ser “regalante de sangre”. Me gusta esa definición, compartir algo de uno mismo a los demás es ayudar a que vivan los demás. Ser donante de sangre “es más que un acto humanitario, es ser generoso y donar aquello que nunca perdemos”, sino que recuperamos al poco tiempo. “La satisfacción que produce ser donante es un regalo que se hace uno mismo”.
Lo satisfactorio de este acto es saber y ser consciente que tu donación está repartida en personas que no conoces pero que es posible que mágicamente coincidan contigo en un ascensor, caminando, en el cine etc. Y que sin proponérselo, hay algo repartido por ahí de uno mismo. La mente de un donante también es agradecida, le recuerda y valora esa acción tan humana al resto del cuerpo. “Ser regalante de sangre no es dar lo que te sobra sino compartir lo que tienes”.
En este camino que nos toca transitar, es bueno llegar a un acuerdo entre cuerpo y alma. “Saber y recordar que todos necesitamos de todos”. Y que mientras nos llega la fecha de caducidad tenemos que estar activos con nuestra vida y hacer que esté activa la de los demás. “Gracias a todos los regalantes por compartir parte sus vidas con otras vidas”.
Nota: Carles Castillo es actor, cómico, improvisador y mimo.