Recuerdo, como en un sueño, cuando de pequeño solía tener muy a menudo hemorragias nasales. Mi constitución, que desde siempre ha sido bastante fornida y además siempre gozaba de buena salud, hacía que aquel “inconveniente” siempre resultara ser fruto de mi gran desarrollo físico y exagerada masa corporal. Entrado ya en la pubertad y cuando aquel fenómeno hacia difícil mis estudios y la realización de mi hobby preferido que era y es el deporte, había que mirar algo ya que incluso los médicos lo achacaban a que esas hemorragias eran debidas a “…lo fort que està el xiquet”!.

Cumplidos los 16 años, mi madre me llevó al medico de familia, que en aquellos tiempos si que era en verdad “de la familia”. Don José Riera, estimado y recordado por todos, nos comentó que hablaría con un amigo (Paco Borrás, presidente del Banco de Sangre por aquel entonces), porque lo mejor sería que el chico pudiera donar sangre puesto que aquí en Ontinyent estaba el Banco de Sangre San Vicente de Paul. De esta forma intentaríamos probar si de este modo aminoraban aquellas fastidiosas hemorragias. Pasados unos días don José Riera nos comentó que había un inconveniente, debía tener 18 años. Igual que en la actualidad.

Tengo en mi poder todavía aquel carnet que como hasta ahora utilizamos todos los donantes de San Vicente de Paul y así, el  mes de julio de 1978, en el único ambulatorio que entonces había en Ontinyent, doné sangre por primera vez.

Aquellas primeras donaciones tenían, de por sí, unas características muy  diferentes a las actuales. Sólo podías donar dos veces al año. Acudíamos en ayunas a la donación. Eso sí después de donar recuerdo aquel exquisito y maravilloso bocadillo de “tortilla en llonganissa” de “Casa Camarena” que era todo un espectáculo, acompañado de una caña de cerveza y un buen café.

Es curioso observar como han cambiado las cosas. En muchas charlas en las cuales he participado acerca de la donación de sangre y hago este comentario, mucha gente se queda extrañada al oir estas premisas. Lògico, estamos hablando de hace más de cuarenta años, y la ciencia y la tecnología ha avanzado en muchos aspectos que hacen que en la actualidad se deban adoptar todas las medidas que son necesarias para que los donantes tengan todas las garantías de seguridad.

A día de hoy con más de 90 donaciones, es todo un orgullo poder donar sangre como aquel primer día. Eso sí, debemos conformarnos con una bebida isotónica y “…unes rosquilletes”.

Más satisfacción me produce ser, desde hace catorce años, el presidente de una de las asociaciones de Donantes de Sangre más antiguas de España, que cuenta con más de 3.000 donantes en activo y contar en nuestros archivos que en estos 57 años de existencia en Ontinyent se hayan DONADO más de 25.000 litros de sangre.

En pleno siglo XXI cuando la palabra solidaridad parece que sea un slogan bajo cuyo caparazón caben muchas actitudes y actividades, la Asociación de Donantes de Sangre de San Vicente de Paul de Ontinyent puede vanagloriarse de continuar, casi 60 años después, de ser un modelo a seguir y un motivo de orgullo para nuestra ciudad y para nuestra sociedad. Y lo que es más importante, tener asegurado a corto y medio plazo las donaciones porque un tanto por cien de nuestros donantes en activo tienen entre 25 y 45 años.

 Y lo más importante, que desde siempre, aquí en Ontinyent la Donación de Sangre sea una costumbre que pasa de padres a hijos.

Nota: en la actualidad Jesús Bordera es el Presidente de la Asociación de Donantes de Sangre “San Vicente de Paul” de Onteniente.