Hola, me llamo Tamara y os voy a contar un poquito mi historia para animaros a haceros donantes.

En julio de 2014, con 28 años, conocí el cáncer cara a cara. En mi caso, se trataba de un Linfoma no Hodking, un cáncer en la sangre del sistema linfático, que se convertiría en mi compañero de vida una larga temporada.

Durante el tratamiento solo pensaba en el final y poder continuar con mi vida, dejaba de disfrutar de muchos momentos del día, un error que el cáncer me enseño. Cuando estaba terminando la quimioterapia, que pensábamos que habíamos eliminado el linfoma, sufrí una recaída. Está vez, no solo tenía el linfoma en los ganglios, sino que me había pasado al sistema nervioso. Por lo tanto, teníamos que volver a empezar con un nuevo tratamiento. Comprendí, entonces, que se trataba de una carrera de fondo, tenía que trabajar día a día para llegar a la siguiente etapa, y la actitud era la herramienta que yo podía poner para afrontar este nuevo desafío. En esta recaída el linfoma era más agresivo y por tanto el tratamiento también debía estar a la altura. Durante estos ciclos de quimioterapia empecé a comprender las necesidades y la gran ayuda que suponen las donaciones de sangre y plaquetas. En varias ocasiones necesité de vuestra sangre y en algún ciclo vuestras plaquetas fueron parte de la fuerza que necesitaba para continuar.

Todo estaba saliendo según el plan establecido, al final de los ciclos de quimioterapia descansaría unas semanas y me sometería a un autotrasplante de médula para acabar definitivamente con el linfoma, estábamos llegando a la etapa final. En el PET-TAC, el linfoma había desaparecido, y con las pilas cargadas y mi mejor sonrisa estaba preparada para afrontar el autotrasplante. Pero el cáncer aún me tenía preparada una última sorpresa.

Unos días antes de entrar en la habitación de aislamiento sufrí una nueva recaída. El linfoma volvió aparecer y está vez parecía que los planes se estaban agotando. Por suerte mis médicos me presentaron el plan que me curaría y porque no, volvería a nacer. Este nuevo tratamiento finalizaría con un trasplante de médula. Una vez más las donaciones anónimas de sangre y plaquetas  no solo me darían fuerzas para seguir, sino que me salvarían la vida. En mi caso, no tuvimos que recurrir al banco de donantes de médula. Me realizaron un trasplante haploidéntico donde mi hermano fue el donante; él que me ayudo a ganar la última etapa. Curarme del cáncer y poder seguir cumpliendo sueños.

Uno de mis sueños era ser madre y en diciembre de 2019 tuve a mi bebe. En ese momento tan maravilloso una vez más los donantes tuvisteis vuestro papel. Después del parto, necesite una transfusión de sangre y así formasteis parte de la fuerza que necesitaba para empezar la aventura más increíble que me tenía preparada la vida.

Solo puedo agradecer a los donantes esa solidaridad en darnos vida. Espero que con esta pequeña parte de mi historia ayude a esos indecisos a dar el paso para ser donantes. Podéis salvar la vida de muchas familias. ¡¡¡ Gracias de corazón !!!.